El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes
El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

lunes, 29 de noviembre de 2010

Hécate

Diosa de la oscuridad, siempre de negro con serpientes enrolladas en su cuello y rodeada por una jauría con el ceño adusto y la mirada penetrante, esta era la representación más habitual de Hécate, la hija de los Titanes Perses y Asteria. Hécate era la diosa de las encrucijadas, en las que aparecía con su horrible jauría de perros aulladores ante los viajeros que por allí se cruzaran.
Los magos y brujos le rendían tributo con peros y corderos negros sacrificados, aunque la diosa de los Hechizos era Circe, ya que existía una gran asociación entre la oscuridad y las encrucijadas, y los encantamientos y los bebedizos.
La asimilación entre Hécate y su equivalente romana Trivia, aunque se produjo no fue tan simbiótica como en otros casos de la mitología antigua.
Tenía mucho poder en el Hades, es representada con tres cuerpos para una sola cabeza o con tres cabezas para un solo cuerpo y con serpientes enrolladas en su cuerpo.
Las representaciones de Hécate hacen uso de la triplicidad no por manifestar una lógica de sentido, como con las imágenes que aluden al tiempo, sino por presentarla como lo que es, la triple diosa, la diosa de la tierra, de la luna y del inframundo. Aquí la triplicidad acentúa un carácter.

"Y ésta (Asteria), encinta, parió a Hécate a quien sobre todos honró Zeus Cronida, y le fue concediendo espléndidos dones: tener parte de la tierra y de la mar infecunda; mas ella tuvo también el honor del cielo estrellado y por los inmortales dioses sumamente es honrada", Hesíodo.


Hebe

Diosa de la juventud, hija de Zeus y Hera, era la encargada de evitar que los dioses del Olimpo tuvieran sed, a base de distribuir su bebida preferida, la ambrosía. Ésta función la abandonó después de su boda con Hércules (según la Odisea), el héroe que tras su muerte alcanzó la categoría de dios, a pesar de la oposición de Hera. las funciones de repartir el néctar y la ambrosía entre los dioses olímpicos lo ocupó un príncipe troyano, Ganímedes, que fue raptado por el propio Zeus transformado en águila.
Se la consideraba el modelo a que toda mujer en edad de casarse debía aspirar y se representaba como una joven con la mirada alegre, bella y muy sencilla.
Su equivalente en la mitología romana era Juventas, siendo tradición que los muchachos le ofrecieran una moneda cuando vestían por primera vez la toga  de los adultos (la toga viril). Fue adorada desde época muy temprana, pues su capilla en el Capitolio  existía antes de que se construyese el templo de Júpiter.  Otro templo de Juventas, situado en el Circo Máximo, fue jurado por el cónsul Marco Livio tras la derrota de Asdrúbal, en el 207 a. C., y consagrado 16 años después.

martes, 23 de noviembre de 2010

Las Tres Gracias

Eran hijas de Zeus y la ninfa Eurinome, hija del Titán Océano. Sus nombres eran Áglae o Aglaya, Eufrosine y Talía. Estas diosas estaban obligadas a representar todo aquello que fuera agradable, atractivo o placentero en el mundo. Cada una representaba una cualidad de ese tipo como podían ser la alegría, la belleza o el encanto.
En muchas ocasiones, sus cualidades aparecen mimetizadas con las de las musas, con las que compartían juegos y bailes, ya que éstas provocaban la inspiración divina y aquellas otorgaban alegría, sabiduría y, en ocasiones, la capacidad para que los humanos desarrollaran un talento artístico excepcional, apoyadas, sin duda alguna, por los genios.
Vivían en el Olimpo en donde solían frecuentar la compañía de las musas, Afrodita, Apolo o Eros. La representación más habitual de las gracias era la de tres jóvenes de excepcional belleza que danzan al son de la flauta de Apolo, aunque en ocasiones pueden aparecer con faunos y sátiros, como contraste entre la belleza de unas y la fealdad de otros. Las gracias no aparecían nunca de forma individual, siempre conforman una triada. Aunque a principios de la civilización griega iban cubiertas con una túnica fina, después siempre aparecieron desnudas. A veces han aparecido entre los sátiros más horrendos, para señalar que no se puede juzgar a las personas por su apariencia y que los defectos del rostro pueden ser corregidos con un buen espíritu.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Genios

Pequeñas divinidades protectoras, que estaban ligadas a los seres humanos desde su nacimiento. Nadie se libraba de su propio genio y podían llegar a influir en el modo de actuar de cada uno, de hecho, en Roma cada persona tenía dos genios ligados a su ser, uno de carácter amable y otro más inclinado a la perversión.
El genio bueno se representaba como un joven alado con una corona de flores y el cuernos de la abundancia, mientras que el malo es un anciano con barba larga y pelo corto que va acompañado de un búho, símbolo de mal agüero. La forma de serpiente era a menudo adoptada para representar a los genios de poblaciones. Los genios femeninos eran a menudo confundidos con la diosa Hera.
Pero los genios no se  limitaban a proteger y vigilar exclusivamente a los humanos, pues cada elemento de la civilización o de la naturaleza tenían sus propios genios protectores. Al ser considerado una divinidad protectora, se le debía rendir tributo en todas aquellas fechas que fueran señaladas para su protegido, ya fuera nacimiento, casamiento o deceso, los descendientes debían rendir tributo a los genios y espíritus de los antepasados, a través de los lares y penates. Así se les ofrecían plantas, alimentos y pequeños sacrificios exentos de sangre.
Si bien el culto a los lares ha desaparecido, todavía pueden observarse algunos vestigios en ciertas costumbres o tradiciones aparentemente cristianas.Mientras el cristianismo fue perseguido y hasta castigado con la muerte existió una clara distinción entre éste y el mundo pagano. Con el Edicto de Milán, promulgado por Constantino I  el Grande en 313 d. C., se admitió al cristianismo entre las religiones lícitas con una visión tolerante hacia el paganismo y otras formas de elección de conciencia. Pero, a partir de Teodosio I el Grande,  comenzó un ataque abierto contra la antigua religión, muy arraigada aún entre el pueblo. Obligados a profesar una única religión oficial, muchas personas continuaron con sus prácticas anteriores, pero dándoles un tinte cristiano. De esta forma el larario mantuvo su posición cercana a la puerta de entrada, pero conteniendo una imagen de Jesús, de un santo o hasta de la Virgen. Los lares urbanos fueron cambiados por los santos patronos, el lar personal o genio por el ángel de la guarda y así por el estilo. Es un ejemplo interesante de cómo interactúan dos culturas diferentes cuando se relacionan entre sí o una de ellas desplaza a la otra.

martes, 9 de noviembre de 2010

Gea

La gran madre Tierra, la diosa más primitiva presente en la mayoría de las culturas antiguas, según la tradición Gea (también conocida como Gaya) era hija del Caos y por sí sola alumbró a Urano, el cielo, las montañas y el mar, cuya personificación es el Ponto.


Para crear al resto de las criaturas se unió a uno de sus hijos, Urano, y así nacieron los cíclopes, los gigantes y los titanes.  Urano, temeroso de que los Titanes se rebelaran, los encerró en el Tártaro (la parte más profunda y temerosa del Erebo) pero Gea los libera y porporciona a su hijo Crono una guadaña con la que amputar los genitales de su padre. Crono usó una la hoz para mutilar los genitales de su padre, los expulsó del cielo y de ellos nació Afrodita. Crono se instala en el poder y se casa con su hermana Rea. Pero Gea  le predice una maldición: un hijo suyo también lo destronará. 
En el arte clásico Gea era representada de dos formas: en las vasijas pintadas atenienses se la mostraba como una mujer entrada en años, medio levantada del suelo, a menudo dando el bebé Erictonio (un futuro rey de Atenas) a Atenea para que ésta lo criase; más tarde, en los mosaicos, aparece como una mujer reclinada sobre la tierra rodeada por un grupo de Karpoi (dioses infantes de los frutos de la tierra).