El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes
El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

lunes, 18 de diciembre de 2017

Psique o Psiquis

Psique o también conocida como Psiquis, era la menor de las tres hijas de un rey de Anatolia. Su hermosura no tenía comparación, pero por contra, su carácter era muy agrio, ya que había sido tremendamente malcriada y nada parecía capaz de contentarla, incluso sus gustos eran tan volubles como el soplo de una brisa. Los pretendientes para Psique llegaban de todas partes, pero igual que llegaban se marchaban, ya que la princesa ni siquiera los recibía. En cierta ocasión llegó un apuesto e inteligente príncipe, que estaba profundamente enamorado de la joven, pero que igualmente fue rechazado; éste era en realidad el dios Eros, por lo que no se dio por vencido e ideó un plan para conquistarla.
Había averiguado que lo único que hacía vulnerable a Psique era la curiosidad, así cubrió todos sus actos de un gran misterio. Se apoderó de un hermoso bosque, en el que hizo construir un enorme y suntuoso palacio en el que introdujo todo aquello que pudiese ser considerado como placentero y hasta allí fue atraída Psique. Nada más cruzar las puertas, la princesa escuchó una voz que le decía que ella y nadie más era la señora de ese palacio, pudiendo ordenar lo que quisiera, y empezó a solicitar diferentes presentes, quedando enormemente impresionada por las telas, perfumes o alimentos que comenzaron a llevarle una legión de sirvientes.
De día, Eros permanecía oculto y por la noche corría entre la hierba, se acercaba a Psique, la observaba y le pedía que le prometiera que no se casaría con nadie más. Cuando el sol despuntaba en el horizonte, Eros desaparecía como había venido, sin que la joven alcanzara nunca a distinguir su faz. Sin embargo, la curiosidad de Psique hacía que quisiera averiguar a quién debía agradecerle estos presentes, y aunque preguntó a sus hermanas ninguna supo darle parecer de su benefactor, aunque sembraban las dudas más oscuras en la mente de Psique, al decirle que quizás se tratara de un monstruo que terminaría acabando con ella.
Por este motivo una noche, Psique, aconsejada por su familia, acudió al bosque con una lámpara y un puñal, por si se trataba de un monstruo, para acabar con él. Cuando Eros, descansaba plácidamente junto a su amada Psique, ésta encendió la lámpara y acercándose a su amante descubrió quién era en realidad su pretendiente, el que estaba considerado como uno de los dioses más hermosos, no un monstruo horrible, sino Eros en su juventud más plena. En su alegría, Psique derramó cera de la lámpara en el rostro de Eros, quién se despertó y la contempló sobresaltado, mientras Psique intentaba apagar la lámpara, Eros fríamente le explicó que ya no podrían estar juntos, puesto que su unión sólo era posible cuando ella no conociera su identidad. En ese momento todo el palacio desapareció y Psique quedó en un enorme desierto desolado en el que solo se oía el rumor de una fuente.

Psique intentó suicidarse allí pero las aguas la depositaron en la orilla, entonces acudió al oráculo de Afrodita, madre de Eros, pero ésta, que estaba muy disgustada porque había sido capaz de enamorar a su hijo, en lugar de ayudarla le encargó realizar una serie de trabajos abyectos, a los que la joven se dedicó con toda su energía, pues pensaba que así podría pagar su culpa.
Su primera misión fue llenar un cántaro de agua cenagosa de una fuente guardada por cuatro dragones, después tuvo que cortar un poco de lana de unos carneros que estaban en la cima de una montaña; a continuación, Afrodita le encargó que se trasladara hasta el reino de Hades para pedirle a Perséfone un poco de su belleza, que debía guardar en una caja que no podía ser abierta.
Psique consiguió lo que le encargó, pero cuando, muerta de su curiosidad, abrió la caja, su cara se llenó de una negra ceniza y un espejo mostró su horrendo rostro, la joven cayó desmayada y fue llevada al altar de Afrodita, cuando despertó allí le dirigió una plegaria a la diosa pero quién se le apareció fue Eros, ante el que, ya exhausta solicitó su perdón.

Eros que aún seguía enamorado de la muchacha, devolviéndole su aspecto original decidió desposarla, llegando a formar una unión que se convertiría en inmortal gracias a la ayuda de Zeus.


La historia de Psique contada magistralmente por Apuleyo en "El Asno de Oro", constituye un precedente muy importante en la mitología clásica, pues es la primera vez en la que un amor entre un dios y una mortal, lejos de basarse en la pasión, la sensualidad y el aspecto físico, tiene un trasfondo espiritual, pues Psique es la personificación del alma.