Eran
famosas por su salvajismo, ya que su cruel amo Diomedes, las
alimentaba con carne humana. Hércules consiguió amansarlas
dándoles de comer la carne de su amo, una vez que los animales se
comportaron docilmente las trasladó ante Euristeo, que se las regaló
a Hera. Según la tradición, Bucéfalo, el caballo de Alejandro
Magno, descendía de una de ellas.
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