Era
un fiero animal que tenía aterrorizada a toda la Argólida. Hércules
marchó hacia el animal y le disparó todas sus flechas, algo inútil
puesto que su piel era invulnerable. En vista de esto Heracles se
lanzó contra el león blandiendo su maza, ante la fuerza del ataque
la maza se partió en dos y la bestia quedó malherida. Pero dueño
aún de fuerza Hércules se enzarzó en una lucha cuerpo a cuerpo con
la fiera, consiguiendo ahogarla entre sus brazos. Heracles
empleó horas intentando desollar al león sin éxito. Por fin
Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles a que
descubriera que las mejores herramientas para cortar la piel eran las
propias garras del león. De esta forma consiguió la piel del león,
que desde entonces vistió a modo de armadura, usando su cabeza como
yelmo.
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