Leúcade es una isla que se halla en el mar Jónico, cerca de Corfú. Es famosa porque posee un alto promontorio desde el cual se tiraban al mar los amantes heridos que querían olvidar sus penas y curar su pasión.
Afrodita, que no sabía como olvidar a Adonis, se lanzó desde este pormontorio por consejo de Apolo y quedó muy sorprendida al observar como salía de las aguas sin daño alguno. Este hecho se hizo enormemente famoso y fueron muchos los que se dirigían al lugar para olvidar sus penas de amor.
La preparación consistía en una serie de ofrendas religiosas y actos de fe, y todos los participantes se mostraban convencidos de que no sufrirían ningún percance gracias a la ayuda del dios Apolo. Sin embargo, con el paso del tiempo la costumbre cayó en desuso debido a lo preligroso de tal acción y los sacerdotes del lugar idearon un sistema que con barcas los recogían del agua. Pero, pasado más tiempo aún, también hubo muchas personas que se negaron a saltar de este modo y desde entonces el lanzamiento se sustituyó por tirar al mar un cofre lleno de plata, lo que resultaba igual de efectivo siempre que los participantes pasaran antes por todos los rituales.
La costumbre (totalmente verídica) de tirarse por el acantilado fue ejecutada por decenas de personas. No se conoce ninguna mujer que sobreviviera y entre los hombres, pocos lo consiguieron, entre ellos el poeta Nicóstrato.
Afrodita, que no sabía como olvidar a Adonis, se lanzó desde este pormontorio por consejo de Apolo y quedó muy sorprendida al observar como salía de las aguas sin daño alguno. Este hecho se hizo enormemente famoso y fueron muchos los que se dirigían al lugar para olvidar sus penas de amor.
La preparación consistía en una serie de ofrendas religiosas y actos de fe, y todos los participantes se mostraban convencidos de que no sufrirían ningún percance gracias a la ayuda del dios Apolo. Sin embargo, con el paso del tiempo la costumbre cayó en desuso debido a lo preligroso de tal acción y los sacerdotes del lugar idearon un sistema que con barcas los recogían del agua. Pero, pasado más tiempo aún, también hubo muchas personas que se negaron a saltar de este modo y desde entonces el lanzamiento se sustituyó por tirar al mar un cofre lleno de plata, lo que resultaba igual de efectivo siempre que los participantes pasaran antes por todos los rituales.
La costumbre (totalmente verídica) de tirarse por el acantilado fue ejecutada por decenas de personas. No se conoce ninguna mujer que sobreviviera y entre los hombres, pocos lo consiguieron, entre ellos el poeta Nicóstrato.
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