Eran las cincuenta hijas de Nereo y de Doris, hija de Océano, consideradas las ninfas del mar. Aunque vivían en el fondo, subían a la superficie para ayudar a los navegantes, entre los más destacados están los Argonautas, a los que acompañaron montadas en unos animales marinos similares a los delfines. Para ser honrados con su ayuda se les ofecían bosques sagrados, altares en las orillas de mares y acantilados, e incluso leche, aceite y miel. Representaban todo aquello que hubiese de hermoso en el mar.
Las más importantes fueron Tetis, mujer de Peleo y madre de Aquiles; Galatea, amante de Acis y que enamoró al cíclope Polifemo, y Anfitrite, mujer del fabuloso Poseidón. Otras nereidas importantes fueron Casiopea, madre de Andrómeda; Calipso, reina de Ogigia; Clicia; Aretusa; Cimotoe; Pánope; Espio; Cimoe y Clímene.
Eran representadas como joviales muchachas desnudas portando a veces coronas de coral, el tridente de Poseidón o pequeños peces de colores, que viajaban cabalgando en caballitos de mar o en delfines. En alguna ocasión se las representó con cola de pez.
" De aquí y allá peñas descomunales y escollos gemelos
contra el sielo amenazan, bajo cuyo pico anchamente
a resguardo está en silencio la mar; además un decorado de bosques cimbreantes
hay por encima, y negra arboleda se cierne con sombra espantable.
Bajo el frente del fondo, una cueva de escollos colgantes,
dentro dulces aguas y asientos de roca viva,
morada de ninfas. Aquí a las naves cansadas maroma
ninguna retiene, no las amarra el ancla con su corva mordida."
La Eneida de Virgilio, libro I versos 162-169.
Las más importantes fueron Tetis, mujer de Peleo y madre de Aquiles; Galatea, amante de Acis y que enamoró al cíclope Polifemo, y Anfitrite, mujer del fabuloso Poseidón. Otras nereidas importantes fueron Casiopea, madre de Andrómeda; Calipso, reina de Ogigia; Clicia; Aretusa; Cimotoe; Pánope; Espio; Cimoe y Clímene.
Eran representadas como joviales muchachas desnudas portando a veces coronas de coral, el tridente de Poseidón o pequeños peces de colores, que viajaban cabalgando en caballitos de mar o en delfines. En alguna ocasión se las representó con cola de pez.
" De aquí y allá peñas descomunales y escollos gemelos
contra el sielo amenazan, bajo cuyo pico anchamente
a resguardo está en silencio la mar; además un decorado de bosques cimbreantes
hay por encima, y negra arboleda se cierne con sombra espantable.
Bajo el frente del fondo, una cueva de escollos colgantes,
dentro dulces aguas y asientos de roca viva,
morada de ninfas. Aquí a las naves cansadas maroma
ninguna retiene, no las amarra el ancla con su corva mordida."
La Eneida de Virgilio, libro I versos 162-169.
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