Era una ninfa, hija, según las diferentes versiones de Ladón, Peneo o Tiresias. Su madre fue Gea, la Tierra. Dafne, cuyo nombre en griego significa "laurel", era una cazadora consagrada a Ártemis y por lo tanto, rechazaba cualquier tipo de amor masculino y no quería casarse.
Cuando Apolo venció a la serpiente Pitón, se enorgulleció enormemente por su hazaña y empezó a pavonearse entre los dioses, especialmente con Eros, dios del Amor, a quien decidió darle una lección. Eros disparó una de sus flechas de punta de oro (las que infundían amor) contra Apolo y otra de punta de plomo (que infundía desdén y odio) contra Dafne, cerciorándose así que ésta le rechazaría sin piedad. A Apolo tras el lanzamiento de Eros, le sobrevino una violenta pasión por Dafne y comenzó a perseguirla sin compasión. Ésta corrió y corrió huyendo de él, pero llegó un momento en que desfallecía de cansancio, pidió ayuda a su padre, quien justo en el momento en que Apolo logró abrazarla, convirtió a la ninfa en un árbol de laurel.
Otra versión afirma que Dafne pidió ayuda a Gea, la Tierra, quién se abrió en el lugar donde ella se encontraba, la recogió y puso en su lugar un árbol de laurel.
Desde entonces Ápolo quedó prendado de este árbol, lo adoptó como símbolo suyo y cortando algunas ramas se hizo una corona de laurel, convirtiendo desde entonces ese objeto en recompensa de poetas, artistas y guerreros. Otra leyenda habla de un tal Leucipo, hijo de Enómao, que también se enamoró de Dafne y se disfrazó de mujer para participar en sus juegos y divertimentos junto a todas sus amigas. Fue descubierto por Apolo, quien provocó su muerte a manos de esas mujeres que se entretenían con Dafne.
Ovidio relata este mito entre Apolo y Dafne en el poema Las Metamorfosis.
Cuando Apolo venció a la serpiente Pitón, se enorgulleció enormemente por su hazaña y empezó a pavonearse entre los dioses, especialmente con Eros, dios del Amor, a quien decidió darle una lección. Eros disparó una de sus flechas de punta de oro (las que infundían amor) contra Apolo y otra de punta de plomo (que infundía desdén y odio) contra Dafne, cerciorándose así que ésta le rechazaría sin piedad. A Apolo tras el lanzamiento de Eros, le sobrevino una violenta pasión por Dafne y comenzó a perseguirla sin compasión. Ésta corrió y corrió huyendo de él, pero llegó un momento en que desfallecía de cansancio, pidió ayuda a su padre, quien justo en el momento en que Apolo logró abrazarla, convirtió a la ninfa en un árbol de laurel.
Otra versión afirma que Dafne pidió ayuda a Gea, la Tierra, quién se abrió en el lugar donde ella se encontraba, la recogió y puso en su lugar un árbol de laurel.
Desde entonces Ápolo quedó prendado de este árbol, lo adoptó como símbolo suyo y cortando algunas ramas se hizo una corona de laurel, convirtiendo desde entonces ese objeto en recompensa de poetas, artistas y guerreros. Otra leyenda habla de un tal Leucipo, hijo de Enómao, que también se enamoró de Dafne y se disfrazó de mujer para participar en sus juegos y divertimentos junto a todas sus amigas. Fue descubierto por Apolo, quien provocó su muerte a manos de esas mujeres que se entretenían con Dafne.
Ovidio relata este mito entre Apolo y Dafne en el poema Las Metamorfosis.
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