El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes
El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

jueves, 23 de febrero de 2017

Orión

Era un hermoso gigante de tamaño colosal, cuyos padres fueron el dios Poseidón y Euríale, una de las gorgonas. Orión destacó entre todos los héroes existentes por su tamaño y su fuerza. Era tan grande que cuando se adentraba en los mares más profundos el agua no le llegaba más que hasta los hombros.

Orión se enamoró de Mérope, hija de Enopión, rey de Quíos, e intentó casarse con ella, pero su padre denegaba tal permiso constantemente por lo que un día el bello gigante intentó tomarla por la fuerza. Como castigo, Enopión consiguió, con ayuda de Dionisio, adormecerlo y cegarlo. Orión acudió a un oráculo para curar su ceguera y éste le dijo que lo lograría si viajando hacia el Este permitía que los rayos del sol le dieran directamente en los ojos.

Recobrada la vista se trasladó a Creta. Allí, ya que era un magnífico cazador y de hecho perseguía a las bestias en el Hades y en los cielos, acompañado de su perro Sirio, comenzó a trabajar en el séquito de Artemisa, diosa de la caza. A partir de este punto, existen múltiples y muy diferentes versiones sobre el final de la vida de Orión. Según una de ellas, Orión se convirtió en favorito de Artemisa y le dio múltiples atenciones. Henchido de orgullo y protegido por la diosa, se atrevió a afirmar que ninguna de las grandes bestias y monstruos existentes en el mundo le daba miedo y que podía destruir a todas ellas. Gea, la diosa de la tierra, se sintió herida ante tales afirmaciones y le envió un simple escorpión que le provocó la muerte.

Otra leyenda afirma que Apolo, hermano gemelo de Artemisa, estaba indignado de que su hermana amase a tal gigante y la desafió a que acertase con un arco y una flecha una pequeña figura, que sobresalía en un lugar muy alejado del que se encontraban, la isla de Ortigia, en mitad del mar. Artemisa acertó en el blanco como gran cazadora que era pero ese blanco era Orión, quien murió al instante. Artemisa desconsolada por la pérdida, pidió a Zeus que fuera trasladado al cielo y convertido en constelación.

La constelación que lleva su nombre se encuentra en el ecuador celeste, cerca de Tauro, y es alargada con tres estrellas en línea cerca del centro, que representan su cinturón y otras tres más apagadas que constituyen su espada. Alpha Orionis, conocida como Betelgeuse, y Beta Orionis, llamada Rigel, son las dos estrellas más importantes de la constelación.


Hizo figurar en él la tierra, el cielo y el mar,
el infatigable sol y la luna llena,
así como todos los astros que coronan el firmamento:
las Pléyades, las Híades y el poderío de Orión,
y la Osa, que también denominan con el nombre de Carro,
que gira allí mismo y acecha a Orión,
y que es la única queno participa de los baños en el Océano.

La Ilíada de Homero, Canto XVIII, 485-490






Orión es considerado un símbolo popular para la ciudad de Messina. Se le considera  el constructor del promontorio de Peloris (Punta del Faro), creando así el actual Estrecho de Messina.

martes, 17 de enero de 2017

Orfeo

Existen diferentes versiones sobre la procedencia de este magnífico héroe civilizador, a la vez teólogo, reformador de la moral y las costumbres, poeta, y célebre músico. Según unas versiones sus padres fueron la musa Calíope y el dios Apolo, de ahí sus especiales encantos artísticos. Otras leyendas afirman que sus padres fueron Eagro, rey de Tracia, y la propia Calíope o, según diferentes mitos, Apolo y otra musa, esta vez Clío.
Parece ser que de Apolo, o de Hermes, recibió una lira, a la que ó añadió dos cuerdas hasta un total de nueve (en honor a la musas), con las que tocaba ingeniosas y excepcionales melodías. Toda la naturaleza y, por supuesto, todos los hombres y dioses, quedaban embelesados al oírlo cantar con sus instrumentos. Incluso las rocas se le acercaban para escucharle y los ríos retrocedían su curso con el mismo fin. Amansaba las fieras que se reunían a su alrededor. Además, su gran capacidad musical le resultó muy útil en diversas ocasiones: acompañó a los Argonautas en su viaje y con ellos consiguió hazañas tales como mover su barco desde la playa hasta el mar, separar dos islas errantes que impedían el paso de los navíos, dormir al dragón que guardaba el vellocino de oro o liberar a los expedicionarios de los encantos mortales de las sirenas.

Sin embargo, el canto no era la ocupación favorita de Orfeo, pues éste era un personaje muy erudito y con importantes inquietudes filosóficas, y por eso se dedicó a investigar el mundo que le rodeaba. Viajó a Egipto, y allí se unió a los grandes sacerdotes del lugar, que le enseñaron los misterios de Isis y Osiris. En sus investigaciones religiosas también viajó a Fenicia, Asia menor y Samotracia, y a su vuelta a Grecia enseñó a los suyos todo lo que había aprendido instituyendo una importante disciplina religiosa conocida como "orfismo", que implicaba un sistema filosófico concerniente a cuestiones como el pecado y la purificación, así como con la vida después de la muerte. También instituyó algunos de los cultos a Dionisio y a Deméter.

Tantos eran pues sus encantos y sabiduría, que muchas mujeres y ninfas le pretendían en matrimonio, si bien, solamente Eurídice, modesta pero encantadora, llamó la atención de Orfeo, quien se casó con ella y fue correspondido a lo largo de su vida.
Su unión fue extremadamente feliz, pero poco duradera. Un día Eurídice estaba huyendo de Aristeo, quien la perseguía para tomarla por la fuerza, y como Eurídice era mucho más veloz que él y más ágil e inteligente consiguió alejarse de su raptor, pero en su carrera, o tras ocultarse en unos matorrales, fue mordida en el talón por una serpiente cuyo veneno le provocó la muerte súbita. Orfeo quedó enormemente desconsolado y propuso devolverle la vida costase lo que costase. Imploró a los dioses de los cielos su devolución al mundo de los vivos, pero no tuvo ningún éxito, y se dispuso a descender a los infiernos, donde pretendía obtener la ayuda de Hades y de su esposa. Se dirigió a dicho lugar entonando canciones sobre su profunda tristeza, éstas eran tan bellas que ablandaron el ánimo de Hades, quien le prometió devolverle a Eurídice a cambio de que mientras subiera al mundo terrenal, debíe ir delante de su amada y no mirar hacia atrás hasta llegar del todo a la superficie. Orfeo comenzó el ascenso al mundo del que provenía, la subida era lenta, pues Eurídice aún estaba herida. Cuando estaban apunto de llegar a la salida, Orfeo giró la cabeza ansioso, la vio por un momento e intentó abrazarla, pero en ese instante su amada se desvaneció para siempre en el mundo de los muertos y Orfeo sólo pudo alcanzar vapor.
La desgracia le cegó e intentó de nuevo penetrar en el Hades pero no lo consiguió. Orfeo se quedó en las puertas del infierno siete días más pero al ver que no obtendría lo que quería, se fue.

A partir de entonces estuvo vagando por el desierto tocando su lira, encantando a piedras y animales, sin comer nada, y rechazando en todo momento la compañía humana. Terminó en una región de Tracia, donde muchas de las mujeres allí existentes intentaron desposarse con él, aunque sin éxito alguno. Estas mujeres, en venganza por los rechazos que sufrían, durante unas fiestas en honor de Dionisio, acallaron con sus griteríos la voz de Orfeo para que no perturbara sus deseos asesinos, rodearon al héroe y lo mataron, despedazándolo en muchos trozos. Según otra versión, estas mujeres actuaron así movidas por los dioses del Olimpo, que no podían permitir que un hombre vivo conociera los secretos del submundo. Sea como fuere, su cabeza fue arrojada al río Hebro, y cuando llegó a las costas de Lesbos, las musas la recogieron y la sepultaron. Durante todo este trayecto, Orfeo siguió llamando a Eurídice. Tras su muerte, la lira de Orfeo se transformó en la constelación Lira, que contiene a la estrella Vega, la más brillante de todas las que se pueden contemplar, desde el Hemisferio Norte.

El alma de Orfeo encontró en el inframundo el alma de Eurídice, y desde entonces son inseparables.