Los griegos y romanos vivieron atemorizados por el poder de las Erinias, tres diosas hijas de Gea y Urano que habitaban en el Hades, el reino inferior y del que únicamente salían para castigar los ultrjas que los humanos cometían en su vida, tales como el perjurio, los robos o los delitos de sangre.
Su sola mención, Tisifone, Megera y Alecto, provocaba un profundo terror, además de su aspecto, ya que su pelo estaba formado por serpientes y de sus ojos brotaba sangre, mientras perseguían a los culpables hasta provocarles la locura, sin atender a justificación alguna.
Estuvieron implicadas en la tortura de Orestes, el héroe tebano que asesinó a su madre, Clitemnestra, después de que ésta hubiese acabado con la vida de su esposo y padre de sus hijos, Agamenón. Cuando Orestes descubrió el delito cometido por su madre acabó con su vida, siguiendo las indicaciones de Apolo. Sin embargo, para las Erinias era un crimen que había que vengar y atormentaron a Orestes hasta que Atenea intercedió en su favor.
Conocidas también como Furias o Euménides.
Orestes perseguido por las Erinias de William Adolphe Bouguereau (1862).
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