Atalanta era hija de Climene y de Yaso o Esqueneo, según las diferentes versiones que existen sobre la leyenda. De pequeña fue abandonada por su padre en las montañas porque éste quería un varón, siendo amamantada por una osa y cuidada por unos cazadores más tarde. Esto propició que se educara en un ambiente silvestre en el que las habilidades físicas eran muy importantes. Así desarrollo una gran velocidad corriendo y era muy hábil para la caza. Ambas aptitudes le permitieron huir de dos centauros que querían atraparla y violarla; y herir al jabalí de Calidón, antes que ninguna otra persona, en una cacería.
Una vez que se convirtió en una bella y ágil mujer, Atalanta decidió no casarse y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería, Artemisa, a quién emulaba con sus acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque cazando y llegó a ser una de las cazadoras más renombradas de la antigüedad.
Además de estar consagrada a Artemisa, lo que implicaba que debía mantenerse virgen, le predijo un oráculo que el día en que se casara, iba a ser convertida en animal. No obstante, decidió que aquel joven que le ganara en una carrera, se quedaría con su mano. Atalanta había prometido que todo aquel que corriese y no ganase moriría, muchos jóvenes murieron por aquella causa. Pero, un joven ingenioso, Hipómenes, descendiente de Poseidón, muy interesado en desposarla, ideó una estrategia para vencer. Ayudado por Afrodita, que apoyaba su causa, logró tres manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Cuando inició la carrera con Atalanta, cada vez que ésta le sacaba ventaja, él le arrojaba una de las manzanas y, mientras ella paraba para recogerla y admirar su belleza, el joven lograba adelantarla. Habiendo llevado a cabo esta estratagema tres veces, Hipómenes consiguió ganar la carrera. Así la mano de la joven tuvo que ser para él, quien, en todo caso, se entregó encantada, porque le había encandilado la gran inteligencia de Hipómenes.
La pareja muy enamorada vivió feliz durante un tiempo, compartiendo sus cacerías y hazañas. En una de estas persecuciones, los esposos entraron en uno de los santuarios de Cibeles, y enamorado como estaban se detuvieron y gozaron de su amor. Cibeles montó en cólera por el sacrilegio y transformó a la pareja en dos leones. Al convertirlos en leones, Cibeles estaba no sólo quitándoles su condición humana sino condenándoles a una vida separada. Además de transformarlos en leones, los condenó a tirar de su propio carro, aparecen representados en la famosa estatua de esta diosa en Madrid.
Una vez que se convirtió en una bella y ágil mujer, Atalanta decidió no casarse y mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería, Artemisa, a quién emulaba con sus acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque cazando y llegó a ser una de las cazadoras más renombradas de la antigüedad.
Además de estar consagrada a Artemisa, lo que implicaba que debía mantenerse virgen, le predijo un oráculo que el día en que se casara, iba a ser convertida en animal. No obstante, decidió que aquel joven que le ganara en una carrera, se quedaría con su mano. Atalanta había prometido que todo aquel que corriese y no ganase moriría, muchos jóvenes murieron por aquella causa. Pero, un joven ingenioso, Hipómenes, descendiente de Poseidón, muy interesado en desposarla, ideó una estrategia para vencer. Ayudado por Afrodita, que apoyaba su causa, logró tres manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Cuando inició la carrera con Atalanta, cada vez que ésta le sacaba ventaja, él le arrojaba una de las manzanas y, mientras ella paraba para recogerla y admirar su belleza, el joven lograba adelantarla. Habiendo llevado a cabo esta estratagema tres veces, Hipómenes consiguió ganar la carrera. Así la mano de la joven tuvo que ser para él, quien, en todo caso, se entregó encantada, porque le había encandilado la gran inteligencia de Hipómenes.
La pareja muy enamorada vivió feliz durante un tiempo, compartiendo sus cacerías y hazañas. En una de estas persecuciones, los esposos entraron en uno de los santuarios de Cibeles, y enamorado como estaban se detuvieron y gozaron de su amor. Cibeles montó en cólera por el sacrilegio y transformó a la pareja en dos leones. Al convertirlos en leones, Cibeles estaba no sólo quitándoles su condición humana sino condenándoles a una vida separada. Además de transformarlos en leones, los condenó a tirar de su propio carro, aparecen representados en la famosa estatua de esta diosa en Madrid.
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