Esos
frutos eran de oro y constituían la fuente de la eterna juventud de
los dioses. Este maravilloso jardín se situaba en las comarcas por
donde el sol desaparece, y en él habitaban las Hespérides, las
ninfas que se encargaban de protegerlas junto con una serpiente
inmensa. Sin embargo el emplazamiento exacto del jardín era un
enigma. Hércules vagó durante mucho tiempo intentando encontrarlo,
hasta que a instancias de las ninfas fue a consultar a Nereo, el que
conoce los secretos. Cuando Hércules encontró a Nereo lo encadenó
obligandóle a rebelarle la situación del refugio de las Hespérides,
con lo que Hércules terminó trasladándose hasta más allá, donde
el poderoso Atlas sostenía la bóveda celeste sobre sus espaldas. El
gigante se ofreció a ayudar a Hércules, matando la serpiente que
custodiaba el jardín en su lugar, si él, se ocupaba de sostener el
cielo, el héroe accedió a cambiar de posición con Atlas y,
mientras éste conseguía las manzanas y regresaba, él sostuvo sobre
su descomunal espalda la bóveda celeste.
Para la mitología griega el Olimpo era el hogar de los dioses olímpicos, los principales dioses del panteón griego, presididos por Zeus. Los griegos creían, que en él, había construidas mansiones de cristal en las que moraban los dioses. Es el análogo espiritual del mundo superior en la cosmología chamánica, o también de "el cielo" de los cristianos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.