El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes

El Olimpo: Batalla entre dioses y gigantes
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lunes, 2 de julio de 2012

Aquiles

Miembro de la expedición griega que marchó a la conquista de Troya, hijo de un mortal (Peleo) y una nereida (Tetis). Su madre, al nacer, le zambulló en las aguas de la laguna Estigia, para conseguir su invulnerabilidad, solo el talón por el que lo sujetaba quedó fuera del agua, careciendo esa parte de su cuerpo de esa  inmortalidad.
Se crió con el centauro Quirón en las laderas del monte Pelión y con él aprendió las artes de la guerra y de la caza, así como la música y las propiedades curativas de las plantas.Cuando tenía nueve años, el adivino Calcas profetizó que los griegos no podrían tomar la ciudad de Troya sin la participación de Aquiles, pero que éste perecería ante los muros de dicha ciudad. Entonces su madre lo escondió entre las hijas del rey de Esciros, Licomedes, para intentar apartarlo de su destino. Pero los griegos, ya a punto de partir hacia Troya, enviaron a Ulises para descubrirlo. Aunque Licomedes negó que Aquiles estuviese en palacio, el astuto  Ulises llevó a las hijas del rey adornos y joyas, que despertaron su admiración. Pero también llevó un escudo y una lanza, al presentar estos instrumentos bélicos hizo sonar  un agudo clarín, Aquiles se abalanzó sobre las armas sin poder contenerse. Entonces el hijo de Peleo prometió su ayuda a los griegos, a cuyas filas se incorporó. 
Durante el curso de la guerra contra Troya, Aquiles estuvo siempre en la vanguardia de la lucha, y se dice que doce ciudades enemigas fueron destruidas por él desde tierra y once por mar. Tras el saqueo de Lirnesa le correspondió como botín una joven cautiva, de nombre Briseida, que compartía la tienda del héroe. Mas tarde, el rey Agamenón (jefe de la expedición griega) recibió también, después del saqueo de Crisa, a una joven sacerdotisa del templo de Apolo, Criseida. Ofendido el dios Apolo, por la injuria cometida contra su sacerdotisa, desencadenó sobre el ejército una nube de flechas y gran número de soldados cayeron moribundos sin posibilidad de atajar el daño.
Para congraciarse de nuevo con el dios, Aquiles propuso  devolver a la sacerdotisa con el consentimiento del resto de sus compañeros de expedición. Agamenón se resistió, pero ante la insistencia de los demás reyes y jefes que integraban el viaje a Troya decidió complacerlos, aunque para mantener su autoridad  exigió que le fuera entregada la esclava que pertenecía a Aquiles. Éste a su vez no tuvo más remedio que aceptar, pero herido en su honor anunció su negativa a volver a luchar hasta que su orgullo no se viera restablecido.
La ausencia en el campo de batalla del bravo guerrero envalentonó a los troyanos, que comenzaron a arrinconar a sus sitiadores obligándolos a replegarse cada vez más. Por más que los griegos rogaron a Aquiles su vuelta a la lucha, éste se negó, incluso cuando Agamenón accedió a devolverle a Briseida.Sin embargo, la muerte de su amigo Patroclo a manos del héroe troyano Héctor, cuando portaba su armadura, provocó un inmenso dolor en  Aquiles, que decidió regresar a la batalla para vengar la muerte de éste. Aquiles luchó con la fuerza de diez hombres y la furia de un ejercito, consiguió arrinconar a Héctor, que aunque intentó huir del griego fue abatido por la lanza de su enemigo. Aquiles arrastró el cuerpo abatido de Héctor, durante varios días, en torno a la muralla de Troya y se negaba a devolver el cadáver a su familia para que procediera a su sepultura. Sólo la intervención de los dioses, que estaban claramente disgustados con Aquiles, consiguieron que reconociera su falta de respeto a los caídos y entregara los restos de Héctor para ser enterrado por su familia a cambio de un cuantioso rescate.
Sin embargo, Aquiles disfrutó poco tiempo de las riquezas obtenidas tras  la muerte de Héctor. En una lucha de las múltiples que se desarrollaban en los alrededores de Troya se enfrentaron Aquiles y Paris, éste,  que seguía bajo la protección de Afrodita, supo como enfrentarse al héroe, así disparó una flecha al lugar que sabía vulnerable del heleno. La flecha, dirigida por el dios Apolo, celoso de la admiración que despertaba Aquiles, siguió un rumbo inalterable alcanzando al griego en el único punto donde podía causarle daño, el talón. La herida acabó con la vida de uno de los héroes más valeroso y arrojados que recuerda la tradición griega.