Rea, madre de Zeus, encargó a la cabra Amaltea el cuidado y crianza de su hijo para protegerlo de su padre el dios Cronos, quien devoraba a sus hijos. Lo llevó al monte Ida en la Isla de Creta, y allí lo mantuvo oculto alimentándolo con miel y leche de sus propias ubres. Colgó la cuna de Zeus de un árbol para que su padre no percibiese sus ruidos y junto a otras ninfas y faunos, cantaban melodías muy sonoras para que no se oyeran sus llantos.
Un día jugando Zeus le rompió un cuerno a Amaltea, como compensación lo llenó de flores y frutos prometiéndole que le proporcionaría en abundancia todo lo que ella deseara. Este cuerno, símbolo de la riqueza y la abundancia, se convirtió en atributo de distintas divinidades como Hades, Démeter, Cibeles o Hermes.
Ovidio relata en su obra Fastos que Amaltea era una ninfa que tenía una cabra y tras su muerte Zeus las convierte en la constelación de Capricornio.
"Dicen que Nais Amaltea célebre en el Ida de Creta,
ocultó a Júpiter en las selvas.
Ella tuvo a la hermosa madre de los cabritillos,
digna de toda atención entre los rebaños Dicteos
con cuernos en el aire y torcidos hacia la espalda:
de tetas, que eran dignas de una que había de ser ama de Júpiter.
Ella le daba leche a el dios; pero rompió uno de los cuernos
contra un árbol, y quedó despojada de la mitad de su belleza.
Tomó la ninfa a éste, y lo aplicó al rostro de Júpiter,
adornado con hierbas y lleno de frutas.
El luego que tuvo el gobierno del Cielo y ocupó el paternal
Solio, y no hubo cosa mayor que el invicto Júpiter.
Hizo estrella a su ama y fértil a el cuerno de su
ama, el cual aún ahora tiene el nombre de su señora".
Fastos libro V, pág. 59.
Según algunas versiones, a la muerte de la cabra, el padre de los dioses se vistió con su piel, convirtiéndola en su capa protectora, conocida como égida.
Un día jugando Zeus le rompió un cuerno a Amaltea, como compensación lo llenó de flores y frutos prometiéndole que le proporcionaría en abundancia todo lo que ella deseara. Este cuerno, símbolo de la riqueza y la abundancia, se convirtió en atributo de distintas divinidades como Hades, Démeter, Cibeles o Hermes.
Ovidio relata en su obra Fastos que Amaltea era una ninfa que tenía una cabra y tras su muerte Zeus las convierte en la constelación de Capricornio.
"Dicen que Nais Amaltea célebre en el Ida de Creta,
ocultó a Júpiter en las selvas.
Ella tuvo a la hermosa madre de los cabritillos,
digna de toda atención entre los rebaños Dicteos
con cuernos en el aire y torcidos hacia la espalda:
de tetas, que eran dignas de una que había de ser ama de Júpiter.
Ella le daba leche a el dios; pero rompió uno de los cuernos
contra un árbol, y quedó despojada de la mitad de su belleza.
Tomó la ninfa a éste, y lo aplicó al rostro de Júpiter,
adornado con hierbas y lleno de frutas.
El luego que tuvo el gobierno del Cielo y ocupó el paternal
Solio, y no hubo cosa mayor que el invicto Júpiter.
Hizo estrella a su ama y fértil a el cuerno de su
ama, el cual aún ahora tiene el nombre de su señora".
Fastos libro V, pág. 59.
Según algunas versiones, a la muerte de la cabra, el padre de los dioses se vistió con su piel, convirtiéndola en su capa protectora, conocida como égida.