Fue uno de los monstruos más horribles del mundo antiguo. Era hija de Tifón y de Equidna. Se unió en matrimonio con Ortro, y de esa unión nacieron la Esfinge y el León de Nemea. Tenía tres cabezas; una de león; una de macho cabrío, que le salía del lomo; y otra que le nacía de la cola, era de dragón; todas vomitaban fuego. Las descripciones varían pero todas coinciden en que escupía fuego por una de sus cabezas. Era extremadamente rápida en sus movimientos.
"Cuando la funesta contraseña de su yerno recibió,
mándole, en primer lugar, a la tormentosa Quimera
matar. Era ésta de raza divina, no humana:
por delante león, por detrás serpiente, y en medio cabra,
y exhalaba la terrible furia de una ardiente llama.
Pero logró matarla, fiado en los portentos de los dioses".
La Ilíada de Homero, Canto VI, 178/183
La Quimera acosaba con pillajes a la ciudad de Licia, por eso, el rey Yobátes le pide a Belerofonte que les ayude a deshacerse de tan desagradable animal.
El único héroe que consiguió derrotarla fue Belerofonte, con la ayuda de Pegaso. Existen distintas descripciones de su muerte, algunas versiones cuentan que Belerofonte la atravesó con su lanza, mientras que otras versiones relatan que cubrió la punta de la lanza con plomo que se fundió al contacto con la ardiente respiración de Quimera.
"Cuando la funesta contraseña de su yerno recibió,
mándole, en primer lugar, a la tormentosa Quimera
matar. Era ésta de raza divina, no humana:
por delante león, por detrás serpiente, y en medio cabra,
y exhalaba la terrible furia de una ardiente llama.
Pero logró matarla, fiado en los portentos de los dioses".
La Ilíada de Homero, Canto VI, 178/183
La Quimera acosaba con pillajes a la ciudad de Licia, por eso, el rey Yobátes le pide a Belerofonte que les ayude a deshacerse de tan desagradable animal.
El único héroe que consiguió derrotarla fue Belerofonte, con la ayuda de Pegaso. Existen distintas descripciones de su muerte, algunas versiones cuentan que Belerofonte la atravesó con su lanza, mientras que otras versiones relatan que cubrió la punta de la lanza con plomo que se fundió al contacto con la ardiente respiración de Quimera.