Había en la laguna de Lerna una hidra, serpiente de agua gigantesca
con numerosas cabezas pero solamente una era inmortal, que se
dedicaba a asolar los campos circundantes y devorar a los seres vivos
que pasaban por la comarca, de sus fauces se desprendía un hálito
mortal y si se intentaba cortar una de sus cabezas, en su lugar
nacían dos. Ante tamaña dificultad, Hércules se hizo acompañar de
su sobrino Yolao. Empezó a disparar flechas con llamas a la fuente
que le servía de refugio y cuando salió, mientras Hércules iba
cortando las cabezas de la hidra, Yolao cauterizaba los muñones
para evitar que nacieran nuevas testas en el animal. En el momento en
que sólo quedó la cabeza inmortal (impotente sin el resto del
cuerpo), Hércules acabó con el animal. Los detalles de esta hazaña
fueron realatados por Apolodoro.
Una vez realizada la hazaña empapó sus flechas en la sangre de la
hidra dotándolas de un fuerte veneno, que ni los sabios centauros
sabían contrarrestar.