Era el dios del sueño, hijo de Nix (la Noche) y hermano de Tánato, dios de la Muerte. Hipnos vivía en un palacio construido dentro de una gran cueva del lejano oeste donde el sol no llegaba jamás, como tampoco lo hacían el gallo, que despertaba al resto del mundo, los gansos o los perros, de forma que Hipnos vivía siempre sumergido en la tranquilidad, la paz y el silencio. Por un extremo de este curioso lugar pasaba Lete, el río del olvido, y a sus orillas crecían amapolas y otras plantas narcóticas que ayudaban, junto con el suave murmullo de las lánguidas aguas del río, en la tarea de atrapar el sueño. En medio del palacio se encontraba un hermoso lecho de ébano rodeado de cortinas negras en el que reposaba Hipnos, sobre blandas plumas con un sueño apacible plagado de historias. Su hijo Morfeo cuidaba de que nadie los despertara.
Hipnos también tuvo otros dos hijos llamados Iquelo y Fantaso. Hipnos podía dominar tanto a los dioses como a los mortales. Era el dios del Sueño, actividad de dormir, pero no de los ensueños; las historias que pasan por nuestra mente al dormir están gobernadas por Morfeo.
Es representado como un joven que duerme sosteniendo en una mano una amapola. En Esparta, la imagen de Hipnos siempre se situaba cerca de la muerte.
Hipnos también tuvo otros dos hijos llamados Iquelo y Fantaso. Hipnos podía dominar tanto a los dioses como a los mortales. Era el dios del Sueño, actividad de dormir, pero no de los ensueños; las historias que pasan por nuestra mente al dormir están gobernadas por Morfeo.
Es representado como un joven que duerme sosteniendo en una mano una amapola. En Esparta, la imagen de Hipnos siempre se situaba cerca de la muerte.